¡Qué día! Sin duda alguna la peor etapa de todo el viaje. Los pronósticos se cumplieron y el clima empeoró. Un terrible viendo le añadió mucho riesgo a pedalear por una ruta sin banquina llena de camiones a alta velocidad. El rebufo al pasar me tiraba a la cuneta, en el mejor de los escenarios. En el peor me podían tirar al piso o arrastrar al mitad de la ruta. Tuve que parar en una gasolinera a unos cuarenta kilómetros del destino y buscar alguien que me llevara en camioneta hasta mi destino. Mucho riesgo pedalear así. Por suerte, una familia tucumana me dió un aventón. Descansé en el Hostal Avenida de Sáenz Peña, tras 115 km, 40 de ellos remolcado en auto y 75 de una durísima pedaleada contra viento y camión. ¡A ver cómo amanece mañana!
